miércoles, 28 de septiembre de 2011

Por Lavapiés antes del otoño

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El lugar donde me ha citado para comer una joven amiga es toda una carta de presentación del entorno. Sobre una decoración con elementos arquitectónicos y coloridos propios del Madrid mas castizo, en  lo que en otras épocas debió ser taberna de encuentros vecinales, cervezas, y tapeo de callos con morcilla, se superponen los dorados, verdes, pinturas brillantes y otros abalorios de imposibles armonías, en un establecimiento donde ahora puede degustarse comida india.
Barrio popular con memoria antigua de zarzuela, manolas y cigarreras reivindicativas. Hoy un precipitado peculiar de casticismo y mestizaje.  En la década de los 80 había entrado ya en tal declive y deterioro urbano que  solo la gente mayor parecía resistirse a abandonarlo. Fue entonces descubierto por el movimiento okupa y jóvenes con escasos recursos. Se convirtió en el barrio con mayor densidad de casas ocupadas de Madrid y donde se organizaron las primeras experiencias del movimiento.  Aún hoy, me sigue contando mi interlocutora,  Lavapies tiene un buen número de centros sociales okupados y un vivo tejido asociativo. Luego llegaron cientos de inmigrantes, y con ellos los restaurantes y locales de diversos colores y sabores.
 Será la mirada provinciana que no es capaz de desvelar todo el escenario. Será el romanticismo desenfocado de quien solo llega aquí de paso y no tiene que confrontar la dureza con mil y una contradicciones de la vida cotidiana. Será que hemos eludido adentrarnos por calles mas allá de los ejes principales, o será tal vez este sol suave en grata compañía que quisiera anticipar un otoño acogedor  y te invita a indagar relatos amables con las sugerencias de la gente que circula por la plaza. Pero se me ocurre que hay lugares en Madrid que no se parecen nada a los sueños de su clase política  mas votadas.
 Locutorio en una antigua peluquería
Nos encaminamos hacia Sol merodeando por sus calles y el ritmo peculiar que late en ellas: Ancianas madrileñas con carrito de la compra y caminar desvaído, jóvenes de estética estridente, negros, hindúes, pakistaníes, corralas de okupas y casones en ruinas de extinguidos hidalgos urbanos, viajeros multicolores, eskaleras feministas, jubilados de paseo, mas jóvenes de tertulia en las terrazas, librerías alternativas, artistas con o sin porvenir, precarias de cuello blanco, y desempleados en tarde de domingo… Y en fin – me digo- todo lo que no cabe en el sueño azul clasista con cielos blanqueados de las Aguirre, los Rouco  y  sus  JMJ