domingo, 8 de marzo de 2015

Una mujer de negro entre Orcasitas y Benavente

...A la  vícitmas de Gaza y Ucrania en guerra
A mi abuela Rafaela


Como figura viajando desde un  paisaje adolescente, me salió al encuentro una mañana de septiembre en la línea 6 del servicio público de autobuses madrileños. De edad, seguramente mas allá de los 70, aspecto modesto y pulcro, de riguroso negro, mirando con desparpajo por la ventanilla del autobús. Vestía una prenda hasta las pantorrillas, con cuello, manga al codo y abotonadura delantera, medias opacas, zapatos de tela del mismo color y moño canoso sobre la nuca. 

Figuras como la suya, eran las habituales contemporáneas de nuestras abuelas en los pueblos de Andalucía. A menudo podían vestir de negro y peinar moño desde la primera juventud, luego podían encadenar varios lutos sucesivos, y así les alcanzaba la vejez. Pero ya no es lo habitual encontrarlas por la calle, y menos aún en aquel lugar. Las ancianas madrileñas que a esas horas suben a los autobuses de los barrios populares, o que arrastran su carrito entre aromas de otros mundo por las calles de Embajadores o Lavapiés, visten de manera muy distinta. 

 Yo estaba fascinada con esta cita inesperada y no podía dejar de mirarla. Pero el miedo suele anidar en el desencuentro con lo diferente. Aunque el autobús iba lleno  hasta el pasillo y ella ocupaba un asiento en la parte delantera con otro libre al lado, observé que nadie ocupó el asiento vacío en todo el trayecto. Y allí siguió el tiempo del viaje, ajena al desconcierto y las miradas, observando lo que acontecía tras la ventanilla y moviendo suavemente los labios como si rezase, indiferente a lo subversivo de su imagen. Cuando llegamos a Benavente su figura menuda y negra descendió hacia el bullicio de la mañana madrileña y  se marchó entre la multitud que atravesaba la plaza.

 Me atreví a especular sobre sus circunstancias.  Seguramente llegó casi niña con una de esas familias que iniciada la segunda mitad del siglo XX emigraron a las periferias  de Madrid, Barcelona y las ciudades industriales del Norte. No hay apenas narrativa, que relate la experiencia de aquella generación emigrante, entre la posguerra, las cadenas de montaje, los barrios de chabolas, que en ocasiones protagonizaron movimientos vecinales míticos como los de  Vallecas en el Pozo del Tío Raimundo, y las madres contra las drogas, ahora ya casi olvidados y desconocidos para los jóvenes del 15M,

 Del luto y el llanto impotente como destino, al referente como cuestionamiento para intervenir en el mundo: ya que estas vidas envueltas en negro fueron el grito de las víctimas de Serbia y Palestina, que inspiraron a mediadosdel siglo XX,  a  un movimiento internacionalista contra la guerra, "Mujeres de Negro",  nombre que evoca la costumbre de aquellas que en en muchos lugares a orillas del Mediterráneo, vestían toda una vida de negro, a menudo de luto por las víctimas de alguna guerra, las más de las veces testimonio por la ausencia de vidas anónima. Cuerpos envueltos en negro permanente, para significar con los propios días, las vidas que no importa



Septiembre de 2014 en el tren desde Atocha a Jaén


domingo, 1 de marzo de 2015

Ganemos Jaén y el arte de estar juntos



Se puede y se debe cambiar el sentido de la política. Y hacerlo, mas allá de la mera declamación, para dotarse de capacidad de transformar y construir alternativas de sociedad aquí y ahora. La política como cuidado del bien común y el arte de estar juntos. Retomo esta propuesta formulada hace años por Simone Weil, una pensadora poco ortodoxa, porque me parece que es la idea que mejor resume el esfuerzo hecho por los distintos componentes de Ganemos Jaén desde su nacimiento, en octubre de 2014, hasta la última asamblea celebrada el pasado jueves. Un arte delicado pero urgente para el futuro de nuestra ciudad, que se ve cuestionado tanto por quienes se aferran al dogma de la coalición de partidos, como por quienes se aferran al dogma de agrupación de electores. Ambas posiciones agrandan la distancia que ya existe entre vida y política, convirtiendo además, la diversidad en debilidad. Podemos consolarnos con espejismos, pero lo cierto es que ninguna de las distintas opciones políticas que están por una alternativa a la trama bipartidista que gobierna el Ayuntamiento, tiene capacidad por sí sola para cambiar la situación. Por eso necesitamos reconocer nuestra mutua interdependencia, (una condición inherente a la condición del ser humano y a los proyectos sociales a los que da vida) para convertir la diversidad en posibilidad y potencial para transformar. 

(Mi agradecimiento a Cota Javi y Blanca Vicente por la foto que me he traído de su álbum (https://www.facebook.com/media/set/…
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