miércoles, 25 de noviembre de 2015

Intervención en el acto organizado por colectivos sociales y feministas de la ciudad de Jaén con motivo del 25 de noviembre



Me gustaría empezar recordando los orígenes del 25 de noviembre como jornada de lucha.

Fue en 1981 durante el "I Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe" celebrado en Bogotá (Colombia) que se declaró Día Internacional de la Lucha en favor de la No Violencia contra la Mujeres.
El motivo de la elección de esa fecha se debió a la coincidencia con el aniversario del asesinato de las hermanas Mirabal Minerva, María Teresa y Patria Mercedes que un 25 de noviembre de 1960 fueron torturadas y asesinadas por la dictadura del General Trujillo -en la República Dominicana- l Las tres fueron luchadoras sociales y políticas en la causa por la libertad y democracia en su país.
A partir de ese primer encuentro feminista de 1981, la fecha del 25 de Noviembre fue difundiéndose entre las organizaciones de mujeres como día de lucha y denuncia contra la violencia hacia las mujeres. Poco a poco se fue imponiendo, como día de referencia para la denuncia de las violaciones de los derechos de las mujeres, en diferentes ámbitos, tanto gubernamentales como no gubernamentales
Finalmente, en 1999, una Resolución de Naciones Unidas lo declara "Día Internacional de la lucha contra la Violencia hacia las Mujeres".
Una fecha, por lo tanto que tiene fuertes resonancias políticas, tanto por el carácter de los asesinatos que recuerda, como por el encuentro de mujeres que la proponen como fecha reivindicativa.
Hoy, pasados mas de 30 años desde aquel encuentro, la violencia contra las mujeres, por parte de gobiernos, empresas, proxenetas y parejas sentimentales, no ha dejado de crecer y lo ha hecho al mismo ritmo que han crecido las injusticias sociales y la violencia en el mundo.
Este sigue siendo un día para denunciar que el patriarcado capitalista en todo el planeta es un poderoso enemigo de la vida y un aliado del machismo. O como diría el personaje de una novela de Cristha Wolf “Descubrimos que la ciudad, como metáfora del orden social, estaba fundada sobre un crimen”
Recordar, aquí hoy, una voz que atraviesa siglos y nos llega desde Antígona, protagonista femenina de la tragedia griega, que fue mandada a enterrar viva por Creonte, por enfrentarse a él y desobedecer una ley que ella considera injusta. Un personaje con fuertes resonancias simbólicas para el feminismo que lo consider un símbolo de la confrontación entre la lógica de la vida y la de la sociedad patriarcal desde sus orígenes.
Así se expresaba hace siglos, el personaje masculino de esta tragedia griega, Creonte,
La llevaré a un lugar que no conozca la pisada del hombre y, viva, la enterraré en un subterráneo de piedra, poniéndole comida, pero sólo la que baste para que sea la Naturaleza quien la mate, y no nosotros, y así toda la ciudad quedará sin mancha de sangre. Y allí, que vaya con súplicas a Hades, el único dios que venera: quizá logre salvarse de la muerte. O quizás, aunque sea entonces, pueda darse cuenta de que su desacato es trabajo superfluo...”
Hemos elegido citar este fragmento para el día de hoy porque la lucha contra la violencia hacia las mujeres no puede aislarse, como un hecho privado o interindividual.
Tiene que ver con unas relaciones de dominio que se crean y recrean en un modelo social y económico, en un contexto histórico y simbólico, en el que se contruyen jerarquías, identidades, sentidos vitales, y relaciones sociales.
La dialéctica entre Creonte y Antígona, y las dos lógicas antagónicas que representa, siguen latiendo hoy en las diferentes violencias contra las mujeres, como lo estaba presente también en el asesinato de las hermanas Mirabal.
La violencia contra las mujeres forma parte de una violencia estructural sobre la que se ha construido el propio capitalismo y es un tarea de la lucha contra la violencia machista, cambiar este orden
Las mujeres asesinadas no son cifras ni estadísticas, son vidas que ya no están. Con las que tenemos una deuda: La de transformar el dolor por estos asesinatos en lucha por justicia y por otro orden social, sin el cual es dífícil superar este reguero cotidiano de mujeres asesinadas.
Eso es lo que reclaman de nosotras, las mujeres asesinadas, las traficadas, las vidas abusadas, las violentadas, las explotadas, las mutiladas y los millones cuyas vidas son vulnerabilizadas cada día en todo el mundo por el capitalismo patriarcal
El día en que los diversos feminismos que se dieron cita en la enorme manifestación del pasado 7 de noviembre en Madrid, tomen conciencia colectiva de que la alianza que une al capitalismo neoliberal con las diversas violencias contra las mujeres, requiere de una alianza estratégica entre feminismo y lucha contra este neoliberalismo en guerra permanente contra el ser humano. Ese día seremos la fuerza de transformación, que las mujeres asesinadas reclaman de nosotras y nosotros.

Jaén 25 de noviembre de 2015

domingo, 22 de noviembre de 2015

En la crisis del patriarcado




Capitalismo y patriarcado, son dos sistemas de dominación que se han articulado históricamente estrechamente interrelacionados. Que han creado relaciones económicas, sociales, simbólicas y que han articulado también sentidos vitales. Ambos han sido cuestionados por luchas sociales que han tratado de derribarlo, unas veces, transformarlos otras. En tiempos de crisis, se requiere y está pendiente, un balance de largo alcance sobre el estado de ambas cuestiones. En lo que se refiere al patriarcado es obvio que los mas de 40 años de movimientos desencadenados por el feminismo de segunda ola, no lo han derribado como sistema de dominación, incluso, en el lugar donde sus relaciones con el capitalismo se hacen estructurales, hoy sabemos como los sentidos comunes y los cuestionamientos de relaciones sociales desencadenados por el feminismo de segunda ola contra el capitalismo patriarcal, fueron utilizados por el neoliberalismo para legitimar la recomposición capitalista desencadenada desde los años 70 que, entre otras, impide las esperanzas de aquel feminismo para alcanzar una sociedad justa.

Hasta que punto ambos sistemas interactúan estrechamente, se deduce hoy de la composición y características del nuevo proletariado global descrito por Pung Ngai y también algo por Sara Ongaro

Que el patriarcado siga vigente como modelo de dominación no significa que no haya sido erosionado en distintos planos: en el plano simbólico, en el cambio de relaciones sociales, familiares, en la presencia e influencia de las mujeres en todos los ámbitos sociales, laborales y políticos, de los que prácticamente estaba ausente hace 40 años. Ahora bien, que haya sido puesto en crisis tampoco significa que esté cerca su alternativa. Hechos como la intensificación de las violencias diversas contra las mujeres, en todo el mundo son parte y expresión de su puesta en crisis y de la reacción que ha desencadenado
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Pero la crisis del patriarcado no ha erosionado sólo las lógicas sobre las que se construyen las relaciones entre mujeres y hombres, tenemos que pensar que también están poniendo en crisis las lógicas jerárquicas entre varones: en lo simbólico, en lo afectivo, lo económico, laboral y en la construcción de sentidos vitales... También aquí, a menudo tenemos mas noticias de la crisis, que de su alternativa. Puede que ahora ya Edipo no necesite “matar al padre”, y le baste con abrirse hueco en las grietas abiertas por la crisis patriarcal para humillarlo. Pero ese tampoco es parte de una alternativa. No, al menos de la nuestra.

Una ojeada a los últimos 40 años, de movimiento social empujado por el feminismo no parece avalar que sus objetivos puedan lograrse sin una alternativa al capitalismo. Pero eso tampoco sería suficiente. Se requiere una especie de nuevo acuerdo “antropológico” entre mujeres y hombres, entre “el orden de la madre” y “el orden del padre” que preserve tanto el respeto radical a la libertad de las mujeres, como a los vínculos masculinos con la vida. Para construir una sociedad alternativa no me parece viable, ignorar la necesidad de sentidos vitales que empuja al ser humano, menos aún puede obviarse la capacidad que esta necesidad tiene para prefigurar relaciones sociales; ni los vínculos entre sentido de la existencia con la reproducción de la cadena de la vida mas allá de nosotras y nosotros, así como, el papel que juega cada género en ello. Como semejante propuesta no puede imaginarse siquiera al margen de unas relaciones entre plenamente libres e iguales, seguramente eso requiere también de las mujeres un posicionamiento, desde el reconocimiento de nuestra fuerza en ellas, no sólo desde nuestras debilidades, que no es otra cosa que vivir con plena conciencia y con vocación transformadora las relaciones que cada uno de los sexos tiene en la construcción de las cadenas vitales y sus implicaciones sociales.

 Noviembre de 2015