domingo, 22 de noviembre de 2015

En la crisis del patriarcado




Capitalismo y patriarcado, son dos sistemas de dominación que se han articulado históricamente estrechamente interrelacionados. Que han creado relaciones económicas, sociales, simbólicas y que han articulado también sentidos vitales. Ambos han sido cuestionados por luchas sociales que han tratado de derribarlo, unas veces, transformarlos otras. En tiempos de crisis, se requiere y está pendiente, un balance de largo alcance sobre el estado de ambas cuestiones. En lo que se refiere al patriarcado es obvio que los mas de 40 años de movimientos desencadenados por el feminismo de segunda ola, no lo han derribado como sistema de dominación, incluso, en el lugar donde sus relaciones con el capitalismo se hacen estructurales, hoy sabemos como los sentidos comunes y los cuestionamientos de relaciones sociales desencadenados por el feminismo de segunda ola contra el capitalismo patriarcal, fueron utilizados por el neoliberalismo para legitimar la recomposición capitalista desencadenada desde los años 70 que, entre otras, impide las esperanzas de aquel feminismo para alcanzar una sociedad justa.

Hasta que punto ambos sistemas interactúan estrechamente, se deduce hoy de la composición y características del nuevo proletariado global descrito por Pung Ngai y también algo por Sara Ongaro

Que el patriarcado siga vigente como modelo de dominación no significa que no haya sido erosionado en distintos planos: en el plano simbólico, en el cambio de relaciones sociales, familiares, en la presencia e influencia de las mujeres en todos los ámbitos sociales, laborales y políticos, de los que prácticamente estaba ausente hace 40 años. Ahora bien, que haya sido puesto en crisis tampoco significa que esté cerca su alternativa. Hechos como la intensificación de las violencias diversas contra las mujeres, en todo el mundo son parte y expresión de su puesta en crisis y de la reacción que ha desencadenado
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Pero la crisis del patriarcado no ha erosionado sólo las lógicas sobre las que se construyen las relaciones entre mujeres y hombres, tenemos que pensar que también están poniendo en crisis las lógicas jerárquicas entre varones: en lo simbólico, en lo afectivo, lo económico, laboral y en la construcción de sentidos vitales... También aquí, a menudo tenemos mas noticias de la crisis, que de su alternativa. Puede que ahora ya Edipo no necesite “matar al padre”, y le baste con abrirse hueco en las grietas abiertas por la crisis patriarcal para humillarlo. Pero ese tampoco es parte de una alternativa. No, al menos de la nuestra.

Una ojeada a los últimos 40 años, de movimiento social empujado por el feminismo no parece avalar que sus objetivos puedan lograrse sin una alternativa al capitalismo. Pero eso tampoco sería suficiente. Se requiere una especie de nuevo acuerdo “antropológico” entre mujeres y hombres, entre “el orden de la madre” y “el orden del padre” que preserve tanto el respeto radical a la libertad de las mujeres, como a los vínculos masculinos con la vida. Para construir una sociedad alternativa no me parece viable, ignorar la necesidad de sentidos vitales que empuja al ser humano, menos aún puede obviarse la capacidad que esta necesidad tiene para prefigurar relaciones sociales; ni los vínculos entre sentido de la existencia con la reproducción de la cadena de la vida mas allá de nosotras y nosotros, así como, el papel que juega cada género en ello. Como semejante propuesta no puede imaginarse siquiera al margen de unas relaciones entre plenamente libres e iguales, seguramente eso requiere también de las mujeres un posicionamiento, desde el reconocimiento de nuestra fuerza en ellas, no sólo desde nuestras debilidades, que no es otra cosa que vivir con plena conciencia y con vocación transformadora las relaciones que cada uno de los sexos tiene en la construcción de las cadenas vitales y sus implicaciones sociales.

 Noviembre de 2015

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