Apuntes sobre la alteridad femenina
Imma Barbarossa
Antes
de las diferentes reformas que tuvieron lugar en la enseñanza, la
historia de la humanidad comenzaba con el capitulo titulado “Asirios y Babilonios” que habitaban en la Mesopotamia, la tierra entre dos ríos, el
Tigris y el Eúfrates. La tierra era productiva, fértil y fecunda, debido a los
dos ríos, como lo era Egipto debido al Nilo. Allí estuvo el corazón de la historia
y de la civilización, también de la primera religión monoteísta. Allí estaba
Babel con la Torre símbolo de la arrogancia humana, y Ur de quien se dice fue
Patria de Abrahán, allí estaba Nínive: Ah y Seminarimis "que sucedió a
Nino y fue su esposa", Seminarimis la lujuriosa la que “su capricho convirtió en ley" para destruir la desaprobación a la que fue condenada”
¡Ay!
Seminarimis, que tuvo miles de amantes. Te gustaban quizás los jóvenes (y quizás
también las jóvenes), pero eras reina y eras objeto de críticas. Así que
decidiste legitimar todo aquellos que te gustaba, y por eso atravesaste la
historia de la civilización cristiana hasta Dante (Infierno, Canto V) con el
estigma de "la lujuriosa". [...]
[... ]Pensando
en las cúpulas doradas de Bagdad vuelvo a acercarme a una antigua maraña, una
trama de mitos que hablan de lugares en los cuales comenzó nuestra historia,
nuestra cultura: la maraña de la relación entre la fundación de la ciudad y el
poder. Mas aún, entre las mujeres y el poder. Pensaba durante los fuegos de las
bombas sobre Bagdad, en la Bagdad de mis libros, en mi descubrimiento de dos
mujeres míticas, dos princesas casi asiáticas que conocieron el poder, lo
combatieron, interiorizaron su núcleo duro,
fueron heridas por él, golpeadas, pero no renunciaron a sí mismas
Casandra y Medea, no fueron mujeres comunes.
Descendían de estirpes ilustres, tenían antepasados fundadores de ciudad. Se
encuentran justamente en medio de los enfrentamientos por el dominio de casas
reales.
A ambas se acercó una gran escritora de la
antigua República Democrática Alemanan (RDA): Crista Wolf, desvelando una lectura
femenina que impregna de sí misma, y su mirada, a diferentes mujeres de
la antigüedad que fueron estudiadas y representadas por los grandes poetas de
género masculino. Casandra vive cerca del Bósforo, en los confines entre oriente
y occidente (Margarita Yourcenar, la hará definitivamente amante turca de
Agamenón). Medea vivía en la Cólquide, sobre el Mar Negro la más lejana tierra
conocida del mundo griego. Además de princesas son mujeres fuera de la norma,
la una adivina, la otra curandera experta en hierbas medicinales. Ambas se
enfrentan al descubrimiento de que, su mundo, su lucha, la corte paterna dentro
de la cual son amadas, respetadas, honradas; se obtienen en virtud de un
delito, de un infanticidio de herederos reales, para el cual se requiere la
complicidad. El rechazo de la complicidad se paga con la expulsión de la polís,
de la ciudad. Para ambas la toma de conciencia de su alteridad tiene lugar
mezclada con la rebelión al padre amadísimo, y se desenvuelve en ausencia de
una alteridad materna, situada esta de parte del orden paterno, rodeada de
hermanas víctimas de este orden y hombres, amantes mas o menos
decepcionantes.