jueves, 30 de abril de 2015

A favor de las gallinas (Un texto de Luigi Pintor que dedico a las amigas animalistas de Jaen en Común)


 
Luigi Pintor (*)
Il Manifesto, 30 de mayo de 1999





Está en curso una guerra menor. No es la guerra balcánica sino una guerra llevada a cabo por los animalistas, que quieren liberar a las gallinas de la tortura a escala industrial (guerra humanitaria) y algunas personalidades de la izquierda que defienden la primacía del mercado y la tecnología (guerra étnica).
No lo sabía y tampoco éste periodico (me parece) se ha dado cuenta. Sin embargo, es una bella metáfora de los tiempos que vivimos, rica de implicaciones, que merecería uno de nuestros números especiales. Muy bella, salvo para las gallinas.
Se sabe que estas aves inofensivas y serviciales son criadas (son femeninas) en cajas a oscuras, en pequeños y funcionales lager a medida, porque así ponen más huevos a menor coste. El principio es el de la cadena de montaje fordista y charlotiana (Tiempos modernos). Sin embargo, en nuestro caso, es una técnica muy cruel referida a una especie inferior que se presume insensible y que nunca hace huelga. Como ocurre con los gansos ensartados en tierra para engordar su apreciado hígado.
Los animalistas forman parte de los últimos utópicos que luchan por causas perdidas. Simpatizo con ellos y cada cual puede pensar lo que crea. Pero el lado más fascinante de esta historia sobre la que llamo la atención es que la izquierda revolucionaria, aquella socialista, católica y liberal (a través de sus competentes exponentes respectivos) haya alcanzado finalmente su unidad y combatividad planteándose como objetivo y denominador común a las gallinas en comederos trampas.
Las cuales no sé si son sensibles, pero siendo animales y no máquinas (salvo en el sentido en el que todos lo somos) se destinan a poner huevos viviendo, sin embargo, su vida natural como nosotros vivimos la nuestra. En el campo las miro corretear entre las ovejas y las cabras y vivir pacíficamente con los gatos, me como con gratitud sus huevos aún calientes sin fecha de caducidad a quinientas liras el par y no me parece que sean tan cretinas cuando las veo sortear a los coches dando tumbos pero con más destreza que los gatos y los puercoespínes.
Marginalmente diré que la gallina, como ser en sí y para sí, merecería un respeto especial desde el punto de vista biológico, metafísico y teosófico, porque apela al misterio de los orígenes: no se ha resuelto aún si fué antes el huevo o viceversa. Pero esto no viene a cuento.
Hay que estar perdidamente enamorado de las lógicas de mercado, en verdad, para unirse a la causa de la producción en serie de huevos en cajas. Productivismo más tiranía, una síntesis completa de capitalismo avanzado y socialismo real. Y con música de fondo, según me aseguran.
¿Qué tendremos que hacer para encontrar un “común sentir” sobre la desplumada condición humana si no lo encontramos sobre la condición de los bípedos emplumados? Me posiciono decididamente con estos desgraciados o más bien con aquellas desgraciadas. No quiero ni siquiera hervir un huevo con una izquierda no sólo eurocentrica sino también antropocéntrica. 
 (Traducido por konkreto)
---------------------------
(*) Luigi Pintor fue un peridista, y escritor, italiano, fallecido en mayo de 2003. Fundador del periodico  Il manifesto, junto con Rossan Rosanda. Diputado del PCI en el Parlamento Italiano, fue miembro de esta partido hasta 1969 en que fue expulsado por disidencias con el grupo dirigente mayoritario. Autor de obras como